Nuestro propósito en la vida es maximizar ese potencial. ¿Cómo podemos hacer un plan que nos libere de aquellas cosas que nos retienen? Sin un plan, es difícil mostrarle a Dios que estamos seriamente comprometido a cambiar en el futuro. Debemos evaluar donde estamos y hacia donde necesitamos o queremos ir. La palabra en hebreo para esta evaluación es jeshbón, que significa ‘una contabilidad espiritual’.

El primer paso al hacer un plan de vida es determinar el horizonte y nuestras metas para alcanzarlo. ¿Cómo queremos que se vea nuestra vida dentro de cinco años?, ¿Cómo haremos para implementar estas metas?, ¿Tenemos una serie de metas más realistas, más pequeñas, a realizar en un período de tiempo menor?, ¿Qué sistema utilizaremos para monitorear mi progreso?

¡Pensemos en el poder de dicho sistema cuando se aplica a relaciones, carrera profesional y espiritualidad! Si vemos venir un problema potencial que nos dificultará alcanzar nuestras metas, podemos tomarnos el tiempo para enfrentarlo ahora, antes que se convierta en un problema mayor.

La belleza del jeshbón (plan de vida) es que no solamente nos ayuda a no cometer errores graves, sino que también incrementa nuestra productividad y placer en las áreas en las que ya nos destacamos. Intentemos el siguiente ejercicio: En una hoja de papel, escribamos nuestra propia lista de vida, haciendo un tipo “inventario” y luego en cada área completamos la siguiente afirmación: “De aquí a un año, tendré más satisfacción en esta área sí”.

Existen varios tipos de sistemas de jeshbón para escoger. No existe una forma correcta de hacerlo para cada persona. Puedes intentar una y luego darte cuenta de que no era para ti. Pero de todas formas no renunciemos. En el proceso de crear y construir nuestro plan de vida es necesario e importante fijar metas de vida.

Una persona debe observar todas sus acciones y vigilar todas sus formas para no perpetuar un mal rasgo de personalidad, y mucho menos un pecado o un crimen. Una persona necesita examinar cuidadosamente sus métodos y ponerlos en la balanza diariamente, tal como un exitoso empresario constantemente evalúa todos sus negocios para que nada salga mal. Cada persona debe destinar un tiempo fijo para esta evaluación, de tal forma que no sea realizada al azar, sino que conducida con la mayor regularidad… para que su resultado sea positivo.